jueves, 3 de marzo de 2016

EL MOVIMIENTO CÍNICO


La risa... La risa abundante y reiterada garantiza una vida saludable, si bien no la eternidad.
EL MOVIMIENTO CÍNICO
El cinismo es una de las manifestaciones más radicales de la filosofía y también de las más incomprendidas. Los cínicos consideran que la forma de vivir es parte fundamental de la filosofía e inseparable de su manera de pensar.
Sin embargo, no todos los integrantes de este movimiento tienen las mismas actitudes externas ni los mismos comportamientos, por lo que a veces se habla de filosofía cínica, otras veces de actitud cínica y otras simplemente de locura.
El término cínico es uno de esos términos que han ido perdiendo su significado original y transformándose en otro distinto al que tuvo en sus orígenes.
Tanto es así que hay algunas propuestas para usar los términos quínico o kínico, con el fin de diferenciar claramente el concepto de cínico en su sentido original del que se usa hoy en día, es decir, diferenciar en concepto de cínico en sentido filosófico, de su sentido popular.
Filosóficamente de lo que se trata, es de retomar o de pensar de un modo nuevo y diferente algunos temas antiguos, ya que el paso del tiempo ha cambiado completamente su significado, su origen y desarrollo han sido velados, para llegar a significar hoy, poco más que un insulto.
El cinismo es una filosofía teórica y una práctica, pero también una forma de vida, aunque esta característica se empezó a perder enseguida, es una filosofía que pretende alcanzar la felicidad mediante la sabiduría y la ascesis.
Uno de los rasgos que diferencia al cinismo de otros movimientos es precisamente la importancia que dan a la ascesis, la práctica continua del ejercicio mental y físico, como camino para conseguir un estado de ánimo apropiado para alcanzar la autosuficiencia, que les libere de los imprevistos y les endurezca para permanecer impasibles ante "adversarios existenciales" como el hambre, el frío o la pobreza, que no dependen de ellos. Esta actitud les emparentaba con el estoicismo, aunque su desvergüenza les volvía a alejar.
Se pueden distinguir dos fases en el movimiento cínico: la primera fase se desarrolló básicamente en Grecia, durante los siglos IV y III a.C., la segunda fase se desarrolló en las grandes ciudades del imperio romano: Roma, Alejandría y Constantinopla, y duró desde los siglos I a V.
El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes solía enseñar, que era un gimnasio llamado Cinosarges, que se puede traducir como el perro blanco o el perro veloz.
El segundo origen tiene que ver con el comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente les apodaba con ese nombre (kinicós).
Ésta comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.
Sin embargo detrás de todo esto, el cinismo pretendía dar una respuesta individual a la incertidumbre que se vivía en este periodo de crisis cultural, manifestando su malestar y descontento, y también librarse de los caprichos de la fortuna, guiando al individuo hacia la felicidad.
Este camino no era fácil así que se necesitaba un entrenamiento, una disciplina para conseguir una plena autonomía moral y a ser posible también física.
Era característico de los cínicos la transgresión continua, tanto de los valores tradicionales, como de las normas sociales.
Los cínicos tomaron como modelos a la naturaleza y los animales, los adoptaron como ejemplos de autosuficiencia y basándose en ello propusieron un modelo de comportamiento ético que consideraban fundamental para alcanzar la felicidad, aunque esto solo era posible mediante una rigurosa disciplina física y mental.
Proponen la necesidad de la autoafirmación individual frente a una sociedad alienante y coaccionadora.
El cinismo es una forma de vivir, pero también de pensar y de expresarse, y como no se han conservado las obras de los primeros cínicos, hoy son conocidos en gran parte por dichos y anécdotas (chreiai), que fueron transmitidos en forma de colecciones, la más usada es la de Diógenes Laercio, referencia fundamental para el estudio no solo de los cínicos, sino de gran parte de la filosofía anterior a su autor.
Utilizaron recursos literarios diversos donde no faltan la parodia, la sátira, la anécdota o la burla, pero siempre de forma escandalosa y provocadora. Invalidar la moneda en curso.
Según la tradición antigua, Diógenes se vio obligado a abandonar Sinope, porque su padre o él mismo (o ambos), se dedicaron a invalidar monedas, estropeándolas con un punzón. A raíz de todo esto su padre fue encarcelado y Diógenes tuvo que huir, o bien fue exiliado, no se sabe con certeza.
Relacionado con este asunto se formó la leyenda de que Diógenes fue a consultar al oráculo de Delfos, y recibió como respuesta a su pregunta el enigmático consejo de invalidar la moneda, que se acabó convirtiendo en la consigna cínica, y en metáfora de buena parte de su comportamiento. Lo cual podría ser considerado un antecedente lejano de la importante consigna nietzscheana sobre la transvaloración de los valores.
Invalidar los valores y cambiarlos por otros fué uno de los retos que asumieron los cínicos y que persiguieron con insistencia.
La Libertad Radical
La libertad radical es libertad de pensar, de acción y de palabra.
El cínico se diferenciaba de los demás por su desvergüenza radical, por adoptar modos de vida que escandalizaban a su sociedad, por predicar la autosuficiencia, la libertad de palabra y la austeridad como cosas necesarias para alcanzar la tranquilidad de ánimo y con ello la felicidad.
Se proclamaban cosmopolitas y liberados de cualquier obediencia a las instituciones, convenciones o leyes, ya que estas son siempre locales, y ellos se consideraban ciudadanos del mundo. En cualquier sitio se encontraban en su casa.
La Diferencia
Y que como los perros, unas veces movían el rabo y otras veces mordían.
El sabio cínico considera que para alcanzar la felicidad es necesario la libertad, la autosuficiencia y el desapego.
Los cínicos no estaban dispuestos a conceder que la felicidad dependiera de cuestiones ajenas a sí mismos, la libertad está en el centro de la forma de pensar cínica y se refiere a la libertad de acción y a la libertad de expresión.
Una parte importante de la tradición cínica se ha transmitido en forma de anécdotas (chreia), lo cual no es de extrañar considerando cierta aversión por la escritura de algunos de sus miembros, y la importancia de las "performances" o acciones públicas características de los cínicos.
Hay varias colecciones de estas anécdotas, algunas de las cuales fueron recopiladas por Diógenes Laercio en su libro.
Las acciones más representativas son las atribuidas a Diógenes, tales como masturbarse o defecar en público, mear encima de alguien, escupir a la gente o hablar en favor del incesto y del canibalismo.
Sin embargo todos estos hechos solo tienen validez porque son actos deliberados de protesta contra las costumbres sociales y morales y porque los cínicos primitivos creían que era una forma de enseñanza realizada mediante el ejemplo personal y comprometido.
Las Acciones
La teoría cínica proviene de la práctica y su fundamento se encuentra en la exigencia de libertad frente a todo aquello que pueda esclavizarle. Como parte de esta libertad radical se encuentra la libertad de palabra (parrhesia).
Esta libertad de expresión es un rechazo de la polis y de la autoridad, porque va directamente contra sus propias normas, asumiendo la posibilidad de recibir severos castigos, incluso el exilio.
La libertad de palabra utilizaba formas que habitualmente llegaban a ser ofensivas. Junto con la libertad de palabra, otra característica del cínicos es su desvergüenza (anaideia).
Aceptaban el apodo de perros porque lo tomaban precisamente como el símbolo de su falta de avergüenza. Como parte de esta desvergüenza asumían el desprecio por las convenciones y el placer.
El cínico adopta un estilo de vida que representa su independencia y proclama la necesidad de autosuficiencia (autarkeia) para conseguirla.
Pero para lograr esta autosuficiencia es preciso vivir de una manera sencilla, con deseos que puedan ser satisfechos fácilmente y con las únicas pertenencias que uno pudiera "salvar en caso de naufragio". Los cínicos concedían un gran valor a la austeridad y a la frugalidad y en esto se asemejaban a los estoicos.
Otra cuestión fundamental para el cinismo era la práctica de ejercicio físico, porque la disciplina (askesis) le fortifica frente a las adversidades imprevistas y aumenta su resistencia a vivir en la intemperie. Acostumbrarse a cuidar se sí mismos, sin criados, seguir dietas sencillas y vestir un simple manto y un bastón.
Los cínicos proponen también una vida conforme a la naturaleza, tomando a los animales como ejemplo de autosuficiencia. Los animales tienen pocas necesidades y se adaptan rápidamente a la situación en que se encuentran.
Diógenes vivía en la polis, como si fuera un perro, con un comportamiento escandaloso para un ser humano, pero no todos los cínicos llevaron el compromiso a tales extremos.
La imperturbabilidad (apatheia) es el ideal del sabio cínico, que vive alejado de todo lo que le produce perturbación o angustia y es capaz de adaptarse con indiferencia a las circunstancias.
Y por último el cosmopolitismo cínico, que está relacionado con la libertad de no pertenecer a ningún país, ni estar obligado por las leyes, porque son regionales y lo que vale en un sitio no vale en otros.También está relacionado con la oposición a la polis, porque la naturaleza no tiene fronteras ni leyes.
El Paso Del Tiempo
Con el paso del tiempo el comportamiento y la vida provocativa de los primeros cínicos fue dando paso a un escándalo verbal y escrito.
Teoría y práctica están inseparablemente unidas en el cinismo, pero la importancia de una y otra no es la misma, se dejarán a un lado el manto y el bastón, y lo que queda es la escritura cínica, la vida ciudadana.
Personajes
Presentamos en esta página a los principales filósofos cínicos: Antístenes, Diógenes de Sinope, Crates de Tebas, Metrocles e Hiparquia de Maronea, Onesícrito de Astipalea, otros cínicos menos conocidos
Y finalmente exponemos, solo en números, el catálogo integral de cínicos de M. O. Goulet-Cazé
Antístenes
Antístenes fue el prototipo de sabio austero y solitario, con una confianza radical en el ser humano individual y una desconfianza total en las instituciones de cualquier clase.
Fue uno de los filósofos más relevantes de su época, discípulo directo de Sócrates, tuvo a su vez una influencia decisiva en algunas de las escuelas que se formaron en este periodo, tanto por sus teorías, como por su actitud y su forma de vida.
Es considerado precursor de la escuela cínica a través de Diógenes y de Crates, y de la escuela estoica a través de otro de sus seguidores, Zenón de Citio.
Antístenes nació en Atenas, entre los años -450 y -445 y murió en al año -366 (fechas aproximadas dependiendo de las fuentes). Participó en la batalla de Tanagra, con unos 20 años, de ahí la posible datación de su nacimiento.
Su padre fue un ciudadano ateniense y su madre una esclava tracia, este mestizaje le impedía conseguir la ciudadanía ateniense, pero no parece que esto le importunara demasiado, incluso ironizaba al respecto diciendo que también la madre de los dioses era extranjera.
Comenzó su andadura filosófica como discípulo del famoso sofista Gorgias, que como todo sofista cobraba por enseñar, por lo cual se podría deducir que Antístenes o bien gozaba de una posición económica desahogada o que él mismo ejercía de sofista y cobraba por esto.
En este mismo tiempo se inició también en los misterios órficos. Sin embargo, su principal aprendizaje fue con Sócrates, de quien se hizo discípulo y amigo hasta la muerte de éste.
Antístenes estuvo presente en uno de esos raros momentos estelares de la filosofía que fué la muerte de Sócrates, mientras discutían sobre la inmortalidad del alma y esperaban a que llegara el momento de beber la cicuta que le causaría la muerte.
La tranquilidad del viejo maestro en tan decisivos momentos causó una profunda impresión en todos los que estaban allí presentes y es muy probable que esto influyera en la insistencia posterior de Antístenes en la ataraxia.
Un buen día Antístenes decidió prescindir de todo lo superfluo y fundar su propia escuela. Lo hizo en un gimnasio en las afueras de Atenas llamado Cinosarges, que quiere decir el perro blanco (perro raudo o veloz, según otras versiones), dando lugar a la duda de si de esta circunstancia deriva el nombre de la escuela cínica.
El cambio es tan radical que se manifiesta también externamente, viste ahora un manto, un zurrón y un bastón, indumentaria que se convierte en el uniforme del cínico. Prescinde de una manera decisiva de todo lo que no puede llevar encima, con la intención de librarse de los caprichos de la fortuna y regir su propio destino.
El objetivo es alcanzar la felicidad y esto se consigue si uno depende solo de sí mismo. Lo fundamental para el cínico es la autarquía, es decir la independencia de todo condicionamiento exterior, la autosuficiencia, que puede aprenderse pero que requiere un esfuerzo. Antístenes pone como ejemplo al héroe Heracles (Hércules).
Atrás queda todo aquello que considera que ya no le pertenece al sabio, la familia, el dinero, la fama y sobre todo sus antiguos pensamientos. En cierta ocasión afirmó que la mayor dicha era sin duda, morir feliz.
Antístenes vivía según su propia ley, la que él mismo eligió para sí, de acuerdo con la areté personal que libremente asumió.
Las leyes establecidas, las convenciones sociales no eran para este sabio, que como todos los cínicos despreciaba las normas, las instituciones, las costumbres y todo lo que representa una atadura para el hombre.
Predicaba una vuelta a la naturaleza como revulsivo a la domesticación social y cultural que se imponía en las ciudades. Poseía una amplia cultura y escribió numerosos libros, Diógenes Laercio los agrupa en 10 volúmenes y nos da el título de casi 60 escritos, de los cuales actualmente tan solo se conservan 2 breves fragmentos (Sobre Ayax y Sobre Ulises).
Diógenes de Sinope
La figura de Diógenes enseguida pasó a ser una leyenda de provocación y la imagen del sabio cínico por excelencia, de aspecto descuidado, burlón y sarcástico. Su forma de vida perruna, su estilo agresivo, su comportamiento siempre en contra, le diferencian sin confusiones.
Vivía en un tonel, buscaba a plena luz del día con un candil, nada menos que al hombre, se masturbaba en público, comía carne cruda, escribía libros a favor del incesto y del canibalismo.
Si alguien es el prototipo de transgresor, ese es Diógenes de Sinope. Nació en Sinope (Asia Menor) entre los años -413 y -400 y murió en Corinto en el año -323. Este mismo año es probable que murieran también Aristóteles y Alejandro Magno.
Su padre era banquero y cuenta Diógenes Laercio que un buen día decidió consultar al oráculo y recibió como respuesta "invalidar la moneda en curso", que como todas las respuestas de los oráculo era enigmática, dicha respuesta tenía al menos tres sentidos: falsificar la moneda, modificar las leyes o transmutar los valores.
Diógenes no quiso elegir e hizo las tres cosas, el resultado fue la expulsión y el destierro de Sinope.Ellos me condenan a irme y yo les condeno a ellos a quedarse, fue su irónico comentario.
Forzado por estas circunstancias deambuló por Esparta, Corinto y Atenas, en esta ciudad frecuentó el cinosarges y se hizo discípulo de Antístenes, optó por llevar una vida austera y adoptó la indumentaria cínica, como su maestro. Desde sus comienzos en Atenas mostró un carácter apasionado, llegando Platón a decir de él, que era un Sócrates que se había vuelto loco.
Pone en práctica de una manera radical las teorías de su maestro Antístenes. Lleva al extremo la libertad de palabra, su dedicación es criticar y denunciar todo aquello que limita al hombre, en particular las instituciones.
Propone una nueva valoración frente a la valoración tradicional y se enfrenta constantemente a las normas sociales. Se considera cosmopolita, es decir, ciudadano del mundo, en cualquier parte se encuentra el cínico como en su casa y reconoce esto mismo en los demás, por tanto en mundo es de todos.
La leyenda cuenta que se deshizo de todo lo que no era indispensable, incluso abandonó su escudilla cuando vio que un muchacho bebía agua en el hueco de las manos.
Conoció a algunos de los filósofos y gobernantes de la época, se cuenta la anécdota de que estando un día en las afueras de Corinto, se le acercó Alejandro Magno y ofreció concederle lo que quisiera, a lo que el filosofo respondió simplemente: apártate a un lado que me quitas el sol.
Esta anécdota pretende reflejar claramente que el sabio no necesita nada de los poderosos, que está por encima de las riquezas materiales y de la ambición del poder. Esta actitud crea una radical separación con los políticos.
Todo esto es posible pero se necesita un duro entrenamiento (ascesis). Diógenes, como todos los cínicos recomienda el entrenamiento para adquirir la areté, ejercitarse tanto física como mentalmente para endurecerse y llegar a la impasibilidad y a la autosuficiencia.
La independencia se consigue con el esfuerzo, como el viejo héroe Heracles, que sirve de ejemplo a los cínicos, porque vive conforme a su propia valoración de las cosas y no según normas ni convenciones impuestas desde fuera.
Escribió algunos libros, que se han perdido, pero todos los indicios hacen suponer que eran de carácter breve y en forma de máximas o sentencias agudas e irónicas, según sus comentaristas. Su muerte, como no podía ser de otra manera, también es motivo de anécdotas.
Según algunos murió por su propia voluntad, suicidándose mediante la contención del aliento, dueño de su destino y del momento de su muerte. Según otros murió de las mordeduras de un perro, esta vez de los de cuatro patas o de una indigestión por comer pulpo crudo.
Y cuentan también otros que aún resuena el eco de las carcajadas del sabio de vez en cuando y que sus amigos levantaron un monumento en su honor, que consistía en una columna coronada por un perro de mármol.
Crates de Tebas
Crates era un ciudadano adinerado y de buena posición social, que renunció a toda su fortuna para hacerse filósofo cínico.
Fue discípulo de Diógenes y maestro de Zenón de Citio, el que luego fundara una de las tendencias más importantes de la filosofía antigua, el estoicismo.
Crates, a diferencia de su maestro, era un hombre amable y tranquilo, que le valió el sobrenombre de "el filántropo", así como el de "abrepuertas" porque la gente le llamaba a sus casas para pedirle consejo y charlar con él.
Nació en Tebas aproximadamente en el año -368, pero enseguida se marchó a Atenas, para hacerse seguidor de Diógenes, murió hacia el año -288.
Como todos los cínicos predicaba la autarquía y la sencillez dando ejemplo con su vida y sus actos, y aunque de estilo menos agresivo que sus predecesores, su actitud es la misma que los demás.
Para Crates la filosofía le libera de su esclavitud externa, en cuanto a la familia, la propiedad o las costumbres sociales y le libera también de esclavitud interna, de sus opiniones, manteniendo su radical libertad individual.
Para conseguir vivir feliz, es suficiente con lo mínimo, es esencial la frugalidad y la distancia con las instituciones y las leyes. Crates escribió bastantes obras de literatura en las que consiguió mantener un buen nivel y además las escribió casi siempre en verso, sus obras consisten en una mezcla de poemas medio broma y medio serio, y parodias que escondían mensajes éticos.
Pretendía propagar los principios de Diógenes, de una manera atractiva, y probablemente de esta manera consiguió llegar a una audiencia bastante amplia.
Protagonizó uno de los escándalos mas curiosos de la filosofía antigua: su historia de amor con Hiparquia, filósofa cínica como él.
Metrocles e Hiparquia de Maronea
Fueron dos hermanos que provenían de una familia rica de Maronea. Metrocles tuvo desde muy temprano inquietudes filosóficas y gracias a que tenía bastante dinero pudo dedicarse a ello sin problemas.
Fue discípulo de Teofrasto y luego también de Jenócrates. Pero no se sintió satisfecho hasta que encontró a Crates y se hizo discípulo suyo y abandonó sus pertenencias.
Fue conocido como un experto en la anécdota breve, con ánimo de memorizar y utilizar como guía.
Poco más se sabe de su vida, salvo que por su mediación, su hermana Hiparquia conoció a Crates del que se enamoró pero al principio este amor no fue correspondido y ante esta situación le amenazó con suicidarse, al final y en contra de las normas sociales de la época mantuvieron una relación cínica, que incluía el mantenimiento de relaciones sexuales en público.
Hiparquia es una de las pocas mujeres filósofas de la antigüedad (pero no la única), y desde luego fue la única cínica. La dureza de tener que abandonar todas sus pertenencias, vestir el manto cínico, llevar una vida como la de sus compañeros y ser uno más no debió ser nada fácil, dadas las costumbres de la época.
Sin embargo su relación con su Crates, debió ser de los más cordial y compartían todo de igual a igual, incluido la filosofía.
Onesícrito de Astipalea
Su vida transcurrió aproximadamente entre los años -380 a -300. Fue otro de los discípulos importantes de Diógenes y el más viajero.
Acompaño a Alejandro Magno en una expedición la India, donde entró en contacto con los gimnosofistas hindúes, a los que define como sabios o santones medio desnudos y a los que comparó con los cínicos griegos.
Su vida no fue la de un auténtico cínico al estilo de sus predecesores, pero su actitud y la propagación del cinismo hizo que Diógenes Laercio le incluyera en su libro y su nombre figure en cualquier lista de cínicos.
Otros cínicos menos conocidos
Diógenes Laercio aún menciona a otros tres filósofos en la lista de cínicos y a los que trata más brevemente: Mónimo de Siracusa, que fue discípulo de Diógenes, Menipo de Gadara, discípulo de Crates, Menedemo de Lampsaco y dos más en otras partes de su libro: Bión de Boristenes (-335 a -245) que fue vendido como esclavo, y acabó en Atenas estudiando filosofía con Crates y Estilpon de Megara (-360 a -280) que pasó por la escuela cínica (es probable que fuera alumno de Diógenes) y por la megárica donde llegó a encabezarla.
De los filósofos posteriores a Diógenes Laercio, solo destacaremos a Luciano de Samosata que fue una mezcla de cínico y de epicúreo, escribió numerosa obras, casi todas de carácter satírico, así como diálogos en algunos de los cuales intervienen filósofos cínicos.
Catálogo integral de filósofos cínicos conocidos
M.O. Goulet-Cazé, en un excelente trabajo, ha elaborado un catálogo integral de los cínicos conocidos, con un pequeño resumen de cada uno de ellos, dispuestos en 8 grupos: 83 cínicos cuya autenticidad histórica está comprobada, 14 cínicos anónimos, 10 personas cuya vinculación con el cinismo es incierta, 31 cínicos de las pseudoepigráficas Epístolas cínicas, 13 cínicos casi con seguridad ficticios, pero que aparecen en la literatura, 1 cínico por equivocación, 4 personas que no fueron cínicas, pero a las que se conocía como perros, y por último varios títulos en los que aparece la voz perro.
Conceptos
Las palabras permanecen, los conceptos designados por ellas no.
Algunos conceptos griegos no tienen traducción directa al castellano, en otros casos la palabra traducida no tiene nada que ver con el concepto original, por esto, y por otras cosas, una de las ocupaciones de la filosofía es la aclaración, otros prefieren el término elucidación , de conceptos.
Areté - El castellano actual no tiene ningún equivalente de esta palabra. Se suele traducir por virtud, pero siempre con matizaciones.
Virtud es un palabra latina cuya traducción del griego perdió parte de sus connotaciones, y con el uso que el cristianismo ha hecho de ella, ya no tiene nada de su significado originario, por tanto apenas usaremos esta traducción.
No tiene nada que ver con el sentido posterior de bueno ni de virtud moral. En su origen tiene que ver con lo aristocrático, con la magnanimidad y la grandeza de ánimo, con el que se exige a si mismo. Es el producto de una disciplina consciente, reservada a los nobles y a los guerreros, unida a una conducta selecta y al heroísmo.
Designa la fuerza y la destreza de los luchadores, el valor heroico, pero no en sentido moral, sino de fuerza.
Designa al hombre de calidad, para el cuál, lo mismo en su vida privada que en la guerra, se rige por sus propias normas de conducta, ajenas al común de los hombres.
En este concepto de la areté, se funda el carácter aristocrático del ideal de la educación y revela el original sentimiento del heroísmo entre los griegos. En el cínico este carácter se hace notable en su afán por seguir solamente su propia ley y su conducta de acuerdo a su pensamiento.
Autarquía (Autosuficiencia): es la independencia del individuo de todo condicionamiento del exterior.
Es un requisito fundamental para tratar de alcanzar la felicidad, y no solo para los cínicos, también para el resto de movimientos que nos ocupan, aunque con diferentes propósitos.
La autarquía produce la tranquilidad de ánimo y está relacionada con la areté, se trata de evitar todo aquello que pueda causar dependencia tanto física como mentalmente.
Fragmentos
Estos fragmentos están tomados del libro de Diógenes de Laercio, y muestran algunas opiniones paradigmáticas que ilustran el carácter de algunos de los cínicos antiguos mas significativos.
Antístenes
Cuando le preguntaron qué es lo que había aprendido de la filosofía, respondió: ser capaz de hablar conmigo mismo.
Al preguntarle qué cosa era lo mejor para los hombres, dijo: morir felices.
Decía que por todo equipaje se debería llevar sólo el que en caso de naufragio, pudiera nadar con él.
Las opiniones que más le gustaba repetir eran: que la arete se puede aprender. Que la arete es suficiente en si misma para la felicidad.
Que el sabio es autosuficiente, pues también son suyos los bienes de los demás. Que el sabio no vive según las leyes establecidas, sino según su propia arete.
Diocles le atribuye también lo siguiente: para el sabio ninguna cosa le es extraña o imposible. Es más útil pelear con pocos buenos contra muchos malos, que con muchos malos contra pocos buenos. Hay que prestar atención a nuestros enemigos, porque son los primeros en descubrir nuestras debilidades. La virtud del hombre y de la mujer son la misma.
Diógenes de Sinope
Cuando Diógenes llegó a Atenas, quiso ser discípulo de Antístenes, pero fue rechazado, ya que éste no admitía discípulos, y ante su insistencia Antístenes le amenazó con su bastón, pero Diógenes le dijo: no hay un bastón lo bastante duro para que me aparte de ti, mientras piense que tengas algo que decir.
Cuando fue puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer, contestó "mandar, mira a ver si alguien quiere comprar un amo".
Cuando le invitaron a la lujosa mansión le advirtieron de no escupir en el suelo, acto seguido le escupió al dueño, diciendo que no había encontrado otro sitio más sucio.
Cuenta una anécdota que Alejandro Magno dijo en cierta ocasión, que de no haber sido Alejandro, le hubiera gustado ser Diógenes. Argumentaba así: todo es de los dioses, los sabios son amigos de los dioses, los bienes de los amigos son comunes, por tanto todo le pertenece al sabio.
Una vez, que estaba tomando el sol, se paró frente a él Alejandro y le dijo: pídeme lo que quieras. Diógenes contestó: no me quites el sol.
Iba por la calle en pleno día, con la lámpara encendida, diciendo busco un hombre.
En cierta ocasión que se masturbaba en medio del ágora, comentó: ojalá fuera tan fácil librarse del hambre, frotándose la tripa.
En un banquete, algunos para hacerle una broma le echaron huesos como si fuera un perro, el fue y les meó encima, como un perro.
En otra ocasión, un individuo muy supersticioso le amenazó: de un puñetazo te romperé la cara, Diógenes replicó: de un estornudo a tu izquierda te haré temblar.
Cuando le preguntaron cuál era el vino que más le gustaba, dijo: el de los demás.
En otra ocasión le preguntaron por qué la gente daba limosna a los pobres y no a los filósofos, a lo que respondió: porque piensan que pueden llegar a ser pobres, pero nunca a ser filósofos.
Dijo que de la filosofía había sacado el estar preparado para cualquier eventualidad. Dijo también considerarse ciudadano del mundo (cosmopolita).
Referencias Bibliográficas
Solo se han utilizado obras escritas o traducidas al castellano y son las siguientes: Imprescindibles. R.B.Branham y M.O. Goulet-Caze (Eds.):
Los Cínicos. Barcelona, 2.000 - Este libro es de referencia obligada, el mejor libro sobre los cínicos en lengua castellana. Está compuesto por un conjunto de estudios de diversos autores que abarcan casi todos los temas y casi todas las épocas. Imprescindible.
Peter Sloterdijk: Crítica de la razón cínica. (2 tomos) Madrid, 1989 - El autor pretende hacer una reivindicación del otro cinismo, del auténtico, frente al de hoy en día, con el que nada tiene que ver. Es un libro de horizontes más amplios, y que tiene mucho que ver con la transgresión.
Carlos García Gual: La secta del perro. Madrid, 1.987 - García Gual, quizá sea el autor que más ha escrito sobre el tema en lengua castellana. Este libro es muy ameno, riguroso y además breve, una de las mejores introducciones al cinismo.
Sobre los cínicos. Acosta Méndez, Eduardo: "Filósofos cínicos y cirenaicos. Antología comentada".Barcelona, 1.997.
Arroyo /Baigorri /Trapiello /Cifuentes: ¿Qué es el cinismo?. Barcelona, 1.989 - Escrito con intención didáctica y como material de estudio para la ética.
Daraki Maríay Romeyer-Dherbey, Gilbert: El mundo helenístico. Madrid, 1.996 - Un estudio sobre cínicos, estoicos y epicúreos.
García Gual, Carlos e Imaz, María Jesús: La filosofía helenística. Madrid, 1.986 - Libro sobre la época helenística, que incluye un capítulo sobre los cínicos.
Traducción del libro de Diógenes Laercio. Diógenes Laercio: Vidas de los filósofos más ilustres. México, 1.984. Traducción de José Ortiz y Sanz de 1.792. Es una traducción completa del libro de Diógenes Laercio, buena pero anticuada, ya que data de 1.792.
Traducciones parciales. Los fragmentos que aparecen en este sitio, los hemos tomado básicamente de estos dos libros, que contienen además sendos estudios sobre el tema: García Gual, Carlos: La secta del perro.
La segunda parte es una traducción del libro VI, relativo a los cínicos.
Sartorio, Rafael : Diógenes Laercio, los cínicos. Madrid, 1.986. Contiene introducciones didácticas a lo tratado y otros documentos relativos al tema.
Luciano de Samosata: Diálogos de los dioses, Diálogos de los muertos, Diálogos marinos, Diálogos de cortesanas. Madrid, 1.987. Los Diálogos sobre los muertos, son una serie de diálogos sarcásticos en los que intervienen algunos cínicos que hablan sobre cuestiones filosóficas de una manera despiadada y donde solo ellos de dan cuenta de lo que sucede realmente.
Luciano de Samosata: Diálogos fantásticos. En uno de los cuentos el cínico Menipo se fabrica un par de alas y consigue llegar a la luna, para darnos su visión desde tan privilegiado lugar. Aspectos generales .
Capelle, Wilhelm: Historia de la filosofía griega. Madrid, 1.981. Libro ya clásico sobre el estudio de la filosofía griega, abarca desde el comienzo hasta el periodo helenístico. El libro cuarto está dedicado a los socráticos menores, el capítulo I de este libro, a los cínicos.
Jaeger, Werner: Paideia. Madrid, 1.993 (1ª edición de 1.957). Es un libro muy amplio y ambicioso sobre el estudio de la educación en el sentido que este concepto tenía en Grecia. Hemos tomado prestado parte su ensayo sobre la areté, entre otras cosas.
Como excepción, ya que no está traducido al castellano, merece la pena mencionar los 4 tomos titulados "Socratis et Socraticorum Reliquiae" de G.Giannantoni. La mejor y más completa referencia sobre los cínicos.
Ke Las Rosas Florezkan En Tu Kruz

TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS

TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES Y CRASO Three Profiles of the Cynic Philosophers: Antisthenes, Diogenes and Crates TRÊS PERFIS DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES E CRASSO Claudia Patricia Fonnegra Osorio* * Magíster en Estudios Humanísticos por la EAFIT (Medellín, Colombia, 2012). Docente de la Universidad de Antioquia. Este texto fue presentado en el seminario “Modalidades del cuidado de sí” (Medellín, Colombia, 23 de octubre de 2013), el cual se encuentra adscrito al grupo de investigación PSIFE de la Institución Universitaria de Envigado. Correo electrónico: claudiafonnegra@gmail.com. Artículo recibido el 13 de septiembre de 2013 y aprobado para su publicación el 18 de diciembre de 2013. “El cinismo es un atajo hacia la virtud” (Laercio 328) RESUMEN Los filósofos cínicos se han caracterizado por seguir sus pasiones, hablar francamente y revisar los artificios normativos de una comunidad. Este artículo tiene como objetivo presentar, a partir de un enfoque hermenéutico, tres perfiles de sus vidas, los cuales tienen en común la búsqueda de la configuración de una forma de vida ético-estética en la que resulta esencial actuar conforme a lo que se piensa. Con lo anterior se pretende señalar por qué esta perspectiva filosófica puede orientar en la contemporaneidad la reflexión en torno a prácticas relacionadas con el cuidado y el conocimiento de sí. PALABRAS CLAVE Cínicos, Naturaleza, Forma de vida, Virtud, Filosofía. Atribución – Sin Derivar – No comercial: El material creado por usted puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceros si se muestra en los créditos. No se puede obtener ningún beneficio comercial. No se pueden realizar obras derivadas escritos / Medellín - Colombia / Vol. 22, N. 48 / pp. 71-85 enero-junio 2014 / ISSN 0120 - 1263 72 Claudia Patricia Fonnegra Osorio escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) ABSTRACT The Cynic philosophers have stand out because they have followed their passions, talked frankly and examined the normative artifices of their communities. The following paper aims to present, from a hermeneutical perspective, three profiles of their lives, which have in common a search for an ethical-aesthetic way of life in which is significant to act according to what is thought. Bearing this in mind, it is pretended to outline why such a philosophical perspective might guide nowadays the reflection about practices related to the care and knowledge of the self. KEY WORDS Cynics; Nature; Way of Life; Virtue; Philosophy. RESUMO Os filósofos cínicos se caracterizaram por seguir suas paixões, por falar francamente e rever os artifícios normativos de uma comunidade. Este artigo tem como objetivo apresentar, a partir de um enfoque hermenêutico, três perfis de suas vidas, os quais têm em comum a busca da configuração de uma forma de vida ético-estética, na qual se torna essencial agir conforme o que se pensa. Com o anterior se pretende assinalar por que esta perspectiva filosófica pode orientar na contemporaneidade a reflexão em torno das práticas relacionadas com o cuidado e o conhecimento de si. PALAVRAS-CHAVE Cínicos, Natureza, Forma de vida, Virtude, Filosofia. 73 TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES Y CRASO escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) Introducción En nuestro mundo contemporáneo, marcado por el capitalismo, por la lógica del producir, por los afanes cotidianos, por constantes políticas de exclusión, por la experiencia de la fragmentación del sujeto, por la disolución de lo público, por el auge del nihilismo. En este, nuestro tiempo, se torna pertinente plantear de nuevo viejas preguntas filosóficas, no con el ánimo de idealizar el pasado o de aferrarse nostálgicamente a un mundo que ya no es, se trata, más bien, de encontrar guías que ayuden a pensarnos en nuestra enigmática y contradictoria condición de humanos. A propósito, Foucault recuerda cómo los cínicos planearon un sencillo interrogante y pletórico de posibilidades ¿qué es lo bello? Su respuesta no se ancla en una visión positivista del mundo, en elucubraciones eruditas, en la producción de cosas útiles, sino en la configuración de un ideal de vida ético-estético, el cual se fundamenta en el decir veraz. En Diógenes Laercio, por ejemplo, encontramos esta anécdota entre muchas otras que se atribuyen a Diógenes [el cínico]. Un día le preguntaron qué era lo más bello que había en los hombres (to kálliston en tois anthropois). Respuesta: la parrhesía (el hablar franco). Podrán advertir aquí que hay un vínculo directo entre el tema de la belleza de la existencia, y el tema del ejercicio de la parrhesía, el hablar franco (Foucault, “el coraje de la verdad” 178). Los cínicos no separaron el saber teórico del práctico, antes bien, su unión era necesaria para asumir “una verdadera vida como una vida de verdad” (187), lo cual permitía moldear, a su vez, una existencia bella, en la que resultaba decisiva la inquietud de sí. De la mano de las anécdotas heredadas por Diógenes Laercio acerca de los cínicos, en este texto se delinearán tres perfiles de sus vidas, en los que se pone de manifiesto el proyecto de hacer de la existencia una obra de arte1 . 1 De los cínicos no pueden encontrarse doctrinas elaboradas, sistemáticas, pues, a pesar de que escribieron abundantes obras, lo que se conservan de ellos son relatos, anécdotas, por medio de las cuales se puede rastrear sus apuestas filosóficas. Al respecto Foucault escribe: “el cinismo –y también, hay que decirlo, de cierta medida el epicureísmo- practicó lo que podríamos llamar no una tradicionalidad de doctrina, sino una tradicionalidad de 74 Claudia Patricia Fonnegra Osorio escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) 1. Antístenes, el fundador de los cínicos “En tu vida fuiste un perro, Antístenes, de tal naturaleza, que sabías morder con tus palabras, no con los dientes” (Laercio 288). Diógenes Laercio presenta una imagen de Antístenes que lo ubica como pensador cosmopolita. “El fundador de los cínicos” (279) no se aferra a la polis, a sus leyes, a sus tradiciones, a un ideal establecido de cultura que se circunscriba a un sitio único, a un tipo de hombre o de raza, antes bien, el pensador se mofa de aquéllos que se conciben como portavoces de una civilización privilegiada. “Desdeñando a los atenienses que se jactaban de su condición de nacidos de la tierra, les decía que en nada eran más nobles que los caracoles y los saltamontes” (278). Aquí está en juego la defensa de un pensamiento amplio, cuya importancia va más allá de la discusión en torno a la legitimidad del origen ateniense de Antístenes, del hecho de ser heredero de una tradición privilegiada. Al respecto, Michel Onfray escribió: “Antístenes menosprecia los lazos de sangre y los lazos civiles y no reconoce ningún obstáculo. Libre de ir donde más le plazca, el filósofo cínico se siente en su casa esté donde esté, porque en todas partes es un exiliado” (Onfray 194). existencia. Y la tradicionalidad de existencia se fija como objetivo no de la reactualización de un núcleo de pensamiento primigenio, sino la rememoración de los elementos y episodios de vida –de la vida de alguien que tuvo existencia real o mítica, sin que, en el fondo la distinción tenga importancia alguna-, elementos y episodios que ahora se trata de imitar, a los cuales es preciso volver a dar vida, no porque hayan sido olvidados como en la tradición doctrinal, sino porque hoy ya no estamos a la altura de esos ejemplos, porque un declive moral, un debilitamiento, una decadencia nos han hecho perder la posibilidad de hacer otro tanto. Digamos, de manera esquemática, que la tradicionalidad doctrinal permite mantener o retener un sentido más allá del olvido. La tradicionalidad de la existencia permite, en cambio, recuperar la fuerza de una conducta más allá del debilitamiento moral” (Foucault, “El coraje de la verdad” 226-227). Michel Onfray también encuentra en relatos y en anécdotas, el más importante legado de la virtud cínica “para el asceta cínico la acción es el entramado privilegiado. La anécdota cínica da testimonio en este sentido: el filósofo es un practicante, su método es el gesto, las huellas que dejan se concentran en historias –que constituyen el corpus cínico- y en su originalidad” (Onfray 73). Esto es así porque el cínico hace de su existencia una obra de arte, en la que pensamiento y acción van de la mano. 75 TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES Y CRASO escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) Antístenes sostiene que el hombre no está determinado por condiciones sociales, en este sentido puede asumir la libertad como una conquista, reconocerse como luchador a pesar de no ser hijo de luchadores (Laercio 280) y, asimismo, forjarse un ideal de vida loable, a pesar de compartir con personas de “malvivir”. Esto es así porque la virtud es un bien que no depende de hechos azarosos del mundo ni del vaivén de los caprichos de la fortuna, sino de la fortaleza del carácter “la virtud es un arma que no se deja arrebatar” (283), esta no es un atributo que varíe conforme a la diversidad de géneros, puesto que “la virtud del hombre y la mujer es la misma” (283), la virtud tampoco es un bien exclusivo de los aristócratas, de los libres, se trata, entonces, de un bien universal que no se reduce a grupos privilegiados, a la posesión ciega de erudición o al seguimiento irreflexivo de reglas de conducta, puesto que la virtud no es más que vivir conforme a la naturaleza. Antístenes desprecia la vanidad, el lujo, la adulación porque se constituyen en vicios propios de hombres débiles, sin alma, en cambio exalta la confrontación de ideas como actividad vital propia de hombres sabios, que encuentran en el diálogo consigo mismo, y con los otros, un espacio para el juicio sobre lo que es digno de aprobación o de censura, lo cual conduce al cultivo de la humanidad. Antístenes “decía que las ciudades perecen en el momento en que no pueden distinguir a los malos de los buenos” (281). De ahí la importancia del diálogo como principio del pensamiento crítico. Sobre el valor dado al diálogo interior, Diógenes Laercio cuenta que “al preguntarle qué había sacado de la filosofía, dijo: el ser capaz de hablar conmigo mismo” (281). Desde esta perspectiva se debe a la filosofía la capacidad de revisar las propias visiones del mundo, las propias acciones, sometiéndolas a un escrutinio minucioso. En lo anterior está en juego, dicho en términos de Foucault, un saber teórico y espiritual que implica el planteamiento de principios que orienten la acción de cara a prácticas precisas que conlleven al cuidado y al conocimiento de sí (Foucault, “La hermenéutica” 33). Por otra parte, para Antístenes el encuentro intersubjetivo, el diálogo que se gesta con los otros, también implica una importante actividad 76 Claudia Patricia Fonnegra Osorio escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) que permite estar atentos al cultivo del yo, es aquí, y no en los bienes materiales, donde se encuentra la real riqueza “Jenofonte afirma que era el hombre más agradable en las conversaciones, y el más sobrio en todo lo demás” (Laercio 285). En esta línea argumentativa es válido sostener que por el valor dado a la pluralidad de ideas, Antístenes admira a Sócrates, lo reconoce como su maestro, no siente celos en animar a sus discípulos a seguir al creador del método mayéutico, es más, él mismo, para escucharlo, está dispuesto a recorrer largos caminos. Antístenes, a su vez, exalta la amistad, la palabra que, como “muro”, protege del dolor; en este contexto la filosofía es una importante vía para reconocer aquél a quien dar el corazón, pues “sólo el hombre sabio sabe a quién amar” (283). Nuestro pensador está dispuesto a adaptarse a circunstancias diversas, no teme a las peripecias de la vida, ya que ésta se afirma, aún en medio de las adversidades, de esto se deriva la importancia de la memoria como vía que impide perder lo que se ha sido. La memoria protege lo que merece ser cultivado, reside en el alma y no en tablillas. Conforme a lo anotado, el más preciado conocimiento es aquel que “impida el desaprender” (281), para continuar amando lo que ya se ha amado, se trata de una apuesta por el no olvido, la aletheia, que permite el “morir feliz”, aún en medio de la enfermedad. 2. Diógenes, tras la búsqueda de un hombre “Aunque tan sólo pretenda la sabiduría, también eso es filosofar” (308) Para Diógenes la reflexión filosófica está estrechamente unida a la acción, esta última es la que da cuenta de que se vive conforme a lo que se piensa. ¿Pero qué hay detrás de las acciones del cínico? Un vivir conforme a la naturaleza y no conforme a preceptos sociales. Por ello, Diógenes es 77 TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES Y CRASO escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) llamado “el perro”, porque sigue sus pasiones, ladra a sus enemigos, es leal a sus amigos y es fiel protector de su filosofía, conforme a la cual “solo hay un gobierno justo: el del universo” (312). Desde esta perspectiva, la justicia es un principio universal, no deviene de reglas externas de conducta, ya que éstas sólo son concebidas como artificios normativos. Vivir filosóficamente es buscar la sabiduría, ser obstinado y persistente en tal propósito. Lo cual implica ir en contravía de los convencionalismos sociales, de las instituciones de poder operantes e, incluso, de las apuestas culturales que dan cuenta de los principios de una civilización. De ahí que Diógenes encuentre en modelos de virtud (y no en meros preceptos eruditos) un ideal de formación. Si Diógenes sigue con obstinación a Antístenes, mientras que desprecia a Platón, se debe a que el primero vivió sin excesos, conforme a sus pasiones naturales; en cambio, se dice que el segundo, se alejó de la búsqueda de la verdad para ir tras el espejismo del poder en Siracusa, de una vida simple para perseguir la adulación en la academia y de la naturaleza para ir tras la abstracción del saber. Se cuenta que “cuando Platón dialogaba sobre las ideas y mencionaba la «mesidad» y la «tazonez» dijo: yo veo una mesa y un tazón, pero de ningún modo «mesidad» y la «tazonez».” (303). Esto es así porque en Diógenes el saber no se eleva de lo particular hacia ideas generales y abstractas, ya que el saber parte del sentido común, tienen por fundamento la inmanencia de los sentidos y por horizonte la búsqueda de la vida buena. Por tanto, Diógenes “se extrañaba de que los matemáticos estudiaran el sol y la luna y descuidaran los asuntos cotidianos. De que los oradores dijeran preocuparse de las cosas justas y no las practicaran jamás. Y, en fin, de que los avaros hicieran reproches al dinero y lo adoraban” (292). Desde esta perspectiva, la felicidad no reside en los bienes materiales, en el poder o el renombre sino en la inquietud de sí. Al respecto Foucault escribió: “por lo tanto, si uno quiere ocuparse de sí mismo, lo que debe estudiar no es el orden cósmico, no son las cosas del mundo, no las matemáticas o la 78 Claudia Patricia Fonnegra Osorio escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) música, sino las cosas inmediatamente útiles para la vida, es decir para la atención del sí mismo” (Foucault, “El coraje de la verdad” 251). De Diógenes se narran diferentes anécdotas que explican porque éste, siendo de Sinope, es exiliado en Atenas. La primera de ellas relata que su padre, al trabajar en la banca, comete el delito de falsificar la moneda del lugar. La segunda presenta al mismo Diógenes como el original transgresor. La tercera versión añade que en el oráculo de Delfos, Apolo exhorta a Diógenes llevar a cabo el cambio de “la legalidad vigente”. Lo cierto es que el filósofo cínico parte de su hogar, pierde su patria, asume el vagabundeo estando así asociado al troquelado de convenciones sociales. Ahora bien, Foucault llama la atención del sentido de las anteriores anécdotas en dos direcciones. La primera da cuenta de la relación estrecha entre Sócrates y Diógenes. Ambos pensadores siguen el precepto de un dios: interpelan, problematizan, someten a escrutinio crítico el universo cultural en el que habitan. En la Apología Sócrates señala “una vida sin examen no tiene objeto vivirla” (38a). Mientras que Diógenes “a uno que decía: «No estoy capacitado para la filosofía», le repuso: «¿Para qué entonces vives, sino no te importa el vivir bien?»” (Laercio 308). Así que ambos asumen como principio regulativo la revisión de la acción, la vigilancia atenta del sí mismo, la búsqueda, nunca acabada, de la verdad. La segunda dirección mencionada por Foucault sobre el sentido de las anécdotas muestra la estrecha cercanía entre los términos nómisma moneda y nomos ley. De este modo Diógenes no sólo cambia el valor de un bien mercantil, también lleva a cabo la alteración de las prescripciones, de las costumbres de una comunidad. Dice Foucault que no se trata de devaluar la moneda sino de darle un nuevo valor: “Lo que define este principio cínico, tan importante, de alterar y cambiar el valor de la moneda es que ésta no engañe acerca de su verdadero valor, y se le devuelva el valor que le es propio mediante la imposición de otra efigie, mejor y más adecuada” (Foucault, “El coraje de la verdad” 242). Ahora, hay otros referentes a través de los cuales es lícito establecer un estrecho vínculo entre Sócrates y Diógenes, se dice que “cuando a Platón 79 TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES Y CRASO escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) le preguntaron «¿qué te parece Diógenes?», respondió: «un Sócrates enloquecido»” (Laercio 303). ¿Por qué un Sócrates enloquecido? En primer lugar porque Diógenes, al igual que Sócrates, exhorta al cultivo del yo, pero a diferencia de aquél no se limita a las fronteras de una polis libre, esta idea es posible sostenerla puesto que afirmó su condición de ciudadano del mundo y siempre llevaba un morral presto para el viaje. Cuando Diógenes fue tomado como esclavo no se derrumbó ante su nueva condición y, en medio de ella, fue maestro, preceptor, “gobernador de hombres”, al punto de que su amo Jeníades afirmó que en su hogar había ingresado un “genio”, el cual enseñaba a sus hijos a “cuidarse a sí mismos” (293), a estar atentos de sí mismos y no de los vaivenes del mundo, ni de los caprichos de la fortuna, los cuales se caracterizan por ser contingentes y mudables. En segundo lugar, puede decirse que Diógenes es un Sócrates enloquecido porque éste también hiere con el tábano de la “sinceridad”, porque no dice lo que los poderosos desean oír, sino aquello que se busca evitar, porque duele, perturba, incomoda, no respetando ninguna ley positiva. En este sentido aseguró que los amigos no son los que los que elogian, los que al servir esclavizan y se esclavizan, sino los que aguijonean con, dicho en términos de Foucault, “el coraje de la verdad”. Diógenes mantuvo la independencia de su carácter, por ello no dudó en rechazar los ofrecimientos de poder de Alejandro Magno. La anécdota cuenta que un día, cuando Diógenes tomaba el sol, arriba el político, se para ante el filósofo y le promete cumplir sus deseos, pero no sólo obtiene una negativa ante su dádiva, sino un desprecio a su poder: “no me hagas sombra” (296). En lo anterior, Peter Sloterdijk encuentra un rasgo genuino de la filosofía cínica: su inquietud por la vida y su alejamiento de posturas teóricas que desemboquen en la persecución del poder. “Esta es quizá la anécdota más conocida referida a un filósofo de la antigüedad clásica y no sin razón. Demuestra de un sólo golpe lo que la antigüedad entiende bajo el concepto de sabiduría filosófica: no tanto un saber teórico cuanto un saber insobornable, soberano” (Sloterdijk 254). 80 Claudia Patricia Fonnegra Osorio escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) En tercer lugar, la ironía socrática en Diógenes es llevada a su punto más alto, al pasar todo el día “con una lámpara encendida diciendo busco un hombre” (Laercio 297), un hombre fiel a sí mismo, a sus pasiones. El vagabundear con una lámpara para buscar hombres, es portar una luz para transitar en medio de las sombras de los prejuicios sociales, de los dogmatismos, de nuestras múltiples torpezas cotidianas. Es creer en las potencialidades de los hombres aún en medio de la estupidez y la barbarie. Este es el valor más alto de ir en contra de lo que convencionalmente se afirma, de ahí la importancia de “trocar la moneda”. Sobre la lectura de Diógenes como un Sócrates enloquecido, Pierre Hadot escribió: En cierto sentido, Sócrates anunciaba a los cínicos. Los poetas cómicos se burlaban también del aspecto exterior de Sócrates, de sus pies descalzos y de su viejo abrigo (…) Diógenes, vagabundeando sin casa ni hogar con su pobre alforja, ¿no es otro Sócrates, figura heroica del filósofo inclasificable y ajeno al mundo? Otro Sócrates, quien, también, se considera investido de una misión: la de hacer reflexionar a los hombres, de denunciar, con sus mordaces ataques y con su modo de vida los vicios y los errores. Su cuidado de sí mismo es, inseparablemente, un cuidado de los demás (Hadot 125). Así que, Sócrates y Diógenes representan el arquetipo del filósofo, ser que a pesar de resultar extraño a la sociedad, es el único capaz de interpelarla sin máscaras. De ahí que su figura, aunque en muchos casos resulte odiada y concebida como peligrosa, se torne fundamental2 . 2 Hannah Arendt, en el ensayo “El pensar y las reflexiones morales” habla de Sócrates como “tipo ideal”, personaje arquetípico que encarna la aventura del pensamiento, ya que éste más que edificar doctrinas, se ocupó de demolerlas, de ahí que se juzgue su lugar en sociedad como peligroso: es peligroso porque pone en cuestionamiento todo sistema normativo; sin embargo, su presencia resulta fundamental, en tanto que evita el auge de visiones monistas del mundo que niegan la pluralidad humana (Arendt 109-137). En la misma línea se puede asegurar que el pensar cínico es peligroso, ya que al radicalizar la figura del filósofo en sociedad, no deja fuera de su crítica ningún ámbito social, ningún principio normativo. 81 TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES Y CRASO escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) 3. Craso, desprenderse es encontrarse No es mi patria una sola torre, ni un tejado, Mas toda la tierra me sirve de ciudadela y de morada Dispuesta a cobijarme (Laercio 325). Craso es discípulo de Diógenes y, al igual que su maestro, le apuesta al decir veraz, a la configuración de un proyecto vital en el que la riqueza, la fama o la ciega erudición no son más que quimeras o fantasmas que alejan a los hombres de la comprensión de sí mismos. Craso es obstinado en sus apuestas existenciales, posee el carácter necesario para vivir conforme a las decisiones tomadas, las cuales se defienden con fuerza, con ahínco. Éste vende su hacienda, se despoja de su dinero para ir tras la búsqueda de una vida serena y feliz, la cual se persigue aunque esto implique el distanciamiento de algunos de sus familiares y el abandono de las seguridades materiales que durante años se había forjado. “A menudo se le acercaban algunos parientes con la intención de disuadirle y los ahuyentaba persiguiéndolos con un bastón, y se mantenía firme” (320). Se tiene, pues, que el cínico encuentra a partir de sus reflexiones el afianzamiento de una forma de vida que sirve para el sustento del cuerpo y del espíritu “dijo que de la filosofía había sacado: un cuartillo de lentejas y el no preocuparse por nada” (319). Así, vivir conforme a la satisfacción de las necesidades básicas y tras la búsqueda de la imperturbabilidad del carácter, se convirtió en el sello de su filosofía. Se trata de un saber comprometido con el cuidado del alma y no con la búsqueda de meros bienes mercantiles. “Poseo todo cuanto aprendí y medité y los venerables preceptos de las Musas. Lo demás, mucho y magnífico, lo arrebata la ilusión” (319). Gracias a sus acciones y a sus palabras, Craso fue modelo de virtud, por ello, fue maestro. Se cuenta que el joven Metrocles, después de sentirse humillado por tirarse un pedo en medio de los compañeros de la escuela 82 Claudia Patricia Fonnegra Osorio escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) peripatética encontró en Craso y en su forma de vida una nueva manera de ser en el mundo. La anécdota, aunque lo parezca, no es sólo burlesca o trivial: Craso come varios platos de lentejas que lo dejan indigesto y sale al encuentro del avergonzado muchacho, en su condición vulnerable le expone que no se puede luchar contra ciertos procesos biológicos; lo que devela en el comportamiento del cínico una clara crítica al excesivo valor que se le da a normas refinadas de conducta que niegan las particularidades del cuerpo, lo condenan al ocultamiento, a la enfermedad y hasta la muerte. Craso también se granjeó el seguimiento de Hiparquia, hermana de Metrocles, mujer cuya sabiduría y coraje le permitieron abandonar una vida de lujos, romper con prácticas tradicionales relacionadas con el lugar de la mujer en sociedad y asumir la aventura de amar sin prejuicios. La anécdota es narrada por Foucault de la siguiente manera: Hiparquia quería casarse a cualquier precio con Crates, filósofo cínico que, como tal, no hacía caso alguno del matrimonio. Entonces, superado por las insistencias de la mujer, que había dicho que se suicidaría si él no la desposaba, Crates se plantó frente a ella, se desnudó por completo y le dijo: aquí está tu marido, esto es lo que posee, decídete porque no serás mi mujer si no compartes mi modo de vida. El modo de vida, definido (…) es pues parte fundamental de la filosofía práctica (Foucault, “El coraje de la verdad” 183). Una vez llevadas a cabo las nupcias, los amantes no ocultan sus encuentros eróticos y hacen públicamente el amor, lo anterior se debe a que según la pareja el deseo no puede causar daño, ni puede ocultarse o disfrazarse, de lo contrario corre el riesgo de perderse, así lo señala Foucault: ¿Cómo podría el hecho de hacer el amor, tener relaciones sexuales, considerarse como un mal, habida cuenta de que está inscrito en nuestra misma naturaleza? Como está inscrito en ella, no puede ser un mal. En consecuencia, no hay que disimularlo. La vida pública será pues una vida de naturalidad patente y enteramente visible, como una manera 83 TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES Y CRASO escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) de destacar el principio de que la naturaleza jamás puede ser un mal. La dramatización cínica de la vida no disimulada resulta ser entonces la aplicación estricta, simple, y en un sentido lo más tosca posible, del principio de que hay que vivir sin tener que ruborizarse por lo que uno hace, vivir por consiguiente, bajo la mirada de los otros y el aval de su presencia (267-268). Por otro lado, Craso es un crítico del ejercicio autoritario del poder que destruye todo lo que se encuentra a su paso, “a Alejandro, que le preguntó si quería que se reconstruyera su patria, le contestó: ¿qué más da? Probablemente otro Alejandro la arrasará de nuevo” (Laercio 322). Al igual que Diógenes, Craso rechazó la soberanía de Alejandro, el orgullo de atribuir a su poder individual, la permanencia de un bien público como la polis, criticó así el brillo de su solemnidad, la cual, conforme al filósofo cínico, en lugar de iluminar, oculta, en lugar de dar luz enceguece, ya que genera envidias, enemistades, falsas adulaciones, odios. El gobierno de Alejandro puede ampliar imperios, pero no serenar el alma, puede arrasar provincias, pero no destruir el carácter, se trata de un poder demasiado frágil, ya que no tiene potestad para ingresar en el alma de hombres, en sus sueños, en sus apuestas existenciales. Conclusión El decir veraz propio de la filosofía cínica cuestiona los principios normativos de una comunidad, pero no se circunscribe al ámbito discursivo, ya que está unido de manera indisoluble a un modo particular de vida. Así que, como señala Foucault “el cinismo hace de la vida, de la existencia, del bíos, lo que podríamos llamar una aleturgia, una manifestación de la verdad” (Foucault, “El Coraje de la verdad” 185). Se trata de la configuración de una manera de ser que requiere, primero, “no estar atado a nada” (183), aquí está en juego un acto de soberanía conforme al cual ningún hecho del mundo perturba la autonomía del juicio. Segundo se debe “reducir todas las obligaciones inútiles” (184), lo cual exige el abandono de imperativos 84 Claudia Patricia Fonnegra Osorio escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) sociales artificiales que devengan en el olvido de sí. Tercero se necesita asumir un constante “poner a prueba”, el cual se ancla en la búsqueda de lo necesario para la vida. Lo anterior supone, como se señaló al comienzo de este texto, el propósito de asumir la vida desde una perspectiva éticoestética, tal y como asegura Onfray Obrar según el punto de vista cínico es esculpir la propia existencia como obra de arte, informar la materia en el sentido aristotélico: dar volumen, superficie, naturaleza, espesor, consistencia y armonía a la vida cotidiana que de ese modo se transfigura. Una vida debe ser el resultado de una intención, de un pensamiento, de un deseo, y todo hombre debe ser como el artista que apela al conjunto de su energía para producir un objeto irrepetible, único (Onfray 85). Conforme a lo anotado, si la filosofía cínica se concibe como “un atajo a la virtud”, se debe a que es en el aquí, en el ahora, en lo simple, en lo cotidiano, en la imperturbabilidad del carácter, en el hablar franco, en el ejercer el uso de la facultad de pensar, en el vivir conforme a la naturaleza donde se encuentra una vía corta para realizar un ideal de vida buena. Si, verbigracia, Diógenes asegura que un niño lo ha “aventajado en sencillez” (Laercio 296), se debe a que un niño no se deja enceguecer por el velo de los artificios sociales ni le preocupa la falsa erudición. Ahora bien, si es cierto que resulta bastante difícil y perturbadora la idea de asumir en nuestro tiempo un estilo de vida al modo de los antiguos cínicos, sí se torna pertinente pensar en su llamado al cambio de la moneda, ésta es una invitación a la revisión del mundo que se habita, a su cuestionamiento, a su censura; pero es también como dice bellamente Foucault una apuesta por “una existencia otra”, “una vida otra” (Foucault, “El coraje de la verdad” 258), sin disimulos, menos prejuiciosa, más creativa, más auténtica, más incluyente, más pluralista, más simple, más amorosa, más feliz. Aquí reside la vigencia de la citada escuela helenista, el porqué de su pertinencia en este, nuestro incierto y a veces vacío y desconcertante siglo XXI. e 85 TRES PERFILES DE FILÓSOFOS CÍNICOS: ANTÍSTENES, DIÓGENES Y CRASO escritos • Vol. 22 • No. 48 • enero - junio (2014) Lista de referencias Arendt, Hannah. De la historia a la acción. Barcelona: Paidós, 1995. Foucault, Michel. El coraje de la verdad. Buenos Aires: FCE, 2010. –––. La hermenéutica del sujeto. México: F.C.E, 2011. Hadot, Pierre. ¿Qué es la filosofía antigua? México: F.C.E, 1998. Laercio, Diógenes. Vida de los filósofos ilustres. Madrid: Alianza, 2007. Onfray, Michel. Retrato de los filósofos llamados perros. Buenos Aires: Paidós, 2002. Platón. La Apología. Barcelona: Planeta de Agostini, 1997. Sloterdijk, Peter. Crítica de la razón cínica. Madrid: Siruela, 2007.

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si bien no la eternidad.
El cinismo es una de las manifestaciones más radicales de la filosofía y también de las más incomprendidas. Los cínicos consideran que la forma de vivir es parte fundamental de la filosofía e inseparable de su manera de pensar.
Sin embargo, no todos los integrantes de este movimiento tienen las mismas actitudes externas ni los mismos comportamientos, por lo que a veces se habla de filosofía cínica, otras veces de actitud cínica y otras simplemente de locura.

El término cínico es uno de esos términos que han ido perdiendo su significado original y transformándose en otro distinto al que tuvo en sus orígenes. Tanto es así que hay algunas propuestas para usar los términos quínico o kínico, con el fin de diferenciar claramente el concepto de cínico en su sentido original del que se usa hoy en día, es decir, diferenciar en concepto de cínico en sentido filosófico, de su sentido popular.
Filosóficamente de lo que se trata, es de retomar o de pensar de un modo nuevo y diferente algunos temas antiguos, ya que el paso del tiempo ha cambiado completamente su significado, su origen y desarrollo han sido velados, para llegar a significar hoy, poco más que un insulto.

El cinismo es una filosofía teórica y una práctica, pero también una forma de vida, aunque esta carácterística se empezó a perder enseguida, es una filosofía que pretende alcanzar la felicidad mediante la sabiduría y la ascesis.
Uno de los rasgos que diferencia al cinismo de otros movimientos es precisamente la importancia que dan a la ascesis, la práctica continua del ejercicio mental y físico, como camino para conseguir un estado de ánimo apropiado para alcanzar la autosuficiencia, que les libere de los imprevistos y les endurezca para permanecer impasibles ante "adversarios existenciales" como el hambre, el frío o la pobreza, que no dependen de ellos. Esta actitud les emparentaba con el estoicismo, aunque su desverguenza les volvía a alejar.

Se pueden distinguir dos fases en el movimiento cínico: la primera fase se desarrolló básicamente en Grecia, durante los siglos -IV y -III, la segunda fase se desarrolló en las grandes ciudades del imperio romano: Roma, Alejandría y Constantinopla, y duró desde los siglos I a V.
El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes solía enseñar, que era un gimnasio llamado Cinosarges, que se puede traducir como el perro blanco o el perro veloz. El segundo origen tiene que ver con comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente les apodaba con ese nombre (kinicós). Está comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.

Sin embargo detrás de todo esto, el cinismo pretendía dar una respuesta individual a la incertidumbre que se vivía en este periodo de crisis cultural, manifestando su malestar y descontento, y también librarse de los caprichos de la fortuna, guiando al individuo hacia la felicidad. Este camino no era fácil así que se necesitaba un entrenamiento, una disciplina para a conseguir una plena autonomía moral y a ser posible también física. Era característico de los cínicos la transgresión continua, tanto de los valores tradicionales, como de las normas sociales.

Los cínicos tomaron como modelos a la naturaleza y los animales, los adoptaron como ejemplos de autosuficiencia y basándose en ello propusieron un modelo de comportamiento ético que consideraban fundamental para alcanzar la felicidad, aunque esto solo era posible mediante una rigurosa disciplina física y mental. Proponen la necesidad de la autoafirmación individual frente a una sociedad alienante y coaccionadora.

El cinismo es una forma de vivir, pero también de pensar y de expresarse, y como no se han conservado las obras de los primeros cínicos, hoy son conocidos en gran parte por dichos y anécdotas (chreiai), que fueron transmitidos en forma de colecciones, la más usada es la de Diógenes Laercio, referencia fundamental para el estudio no solo de los cínicos, sino de gran parte de la filosofía anterior a su autor. Utilizaron recursos literarios diversos donde no faltan la parodia, la sátira, la anécdota o la burla, pero siempre de forma escandalosa y provocadora.
Invalidar la moneda en curso.
Según la tradición antigua, Diógenes se vio obligado a abandonar Sinope, porque su padre o él mismo (o ambos), se dedicaron a invalidar monedas, estropeándolas con un punzón. A raíz de todo esto su padre fue encarcelado y Diógenes tuvo que huir, o bien fue exiliado, no se sabe con certeza.

Relacionado con este asunto se formó la leyenda de que Diógenes fue a consultar al oráculo de Delfos, y recibió como respuesta a su pregunta el enigmático consejo de invalidar la moneda, que se acabó convirtiendo en la consigna cínica, y en metáfora de buena parte de su comportamiento.
Lo cual podría ser considerado un antecedente lejano de la importante consigna nietzscheana sobre la transvaloración de los valores. Invalidar los valores y cambiarlos por otros fué uno de los retos que asumieron los cínicos y que persiguieron con insistencia.
La libertad radical.
La libertad radical es libertal de pensar, de acción y de palabra. El cínico se diferenciaba de los demás por su desvergüenza radical, por adoptar modos de vida que escandalizaban a su sociedad, por predicar la autosuficiencia, la libertad de palabra y la austeridad como cosas necesarias para alcanzar la tranquilidad de ánimo y con ello la felicidad.
Se proclamaban cosmopolitas y liberados de cualquier obediencia a las instituciones, convenciones o leyes, ya que estas son siempre locales, y ellos se consideraban ciudadanos del mundo. En cualquier sitio se encontraban en su casa.